sábado, 13 de abril de 2013

No hay desenlaces


     Todo empieza cuando dos personas se conocen. Cuando te presenta una persona en común siempre le puedes echar la culpa a quien os presentó, ya que tú no estarías en esta situación sí no fuera por la idea de presentaros. Total, os acabáis de conocer, y realmente, no ha pasado nada. Lo ves como otra persona más, alguien nuevo que has conocido y punto.

     Ahora empieza el juego, debes de ser el jurado. Te preguntan que qué te parece la persona, y claramente dices la verdad y haces algún tipo de broma, para quitar tierra. Lo apruebas, en todos los sentidos.
Con el tiempo, solo oyes hablar de esa persona además de que soléis juntaros con el grupo para que los demás conozcan a la presa. Vuelve a pasar lo mismo, a todo el mundo le gusta como es.
Pasa el tiempo y los esquemas se rompen, ya no es un pájaro en su jaula, este se echó a volar. Ya quien te lo presentó decide que no es su media naranja, por “h” o por “b”, pero seguís hablando, ya que realmente es un diamante en bruto.

     Uy! Algo ha cambiado… El qué? Pero, por qué? Si yo realmente no hice nada. De repente hablas muchísimo con esa persona, la que habías juzgado para alguien, pero ahora piensas que por qué no, si era bueno para los demás, por qué para ti no.
Hablas, ríes, contáis tonterías y resulta que además se ha ganado a todos tus amigos, a todos. Ahora es uno más.

     Comienza los juegos del hambre, la caza. Intentas saber que quiere, gustos, hablas de todos los temas pero no sacas nada, NADA. Es imposible, es como la caja fuerte de las películas, es casi imposible de abrir y son de las que se abren al final de la película, pues bien, vas por el nudo de la trama. Te vuelves totalmente bipolar, no sabes que hacer y sí te gusta o no.

     Contra más te metes al desarrollo de la historia más confuso te vuelves. Acabas pensando que naranjas de la china para ti y llega un día y te sorprende, te da una galleta, metafóricamente claro. Hace algo que te ilusiona, pero pasado el tiempo vuelves otra vez a la negativa, que no. Vuelve a pasar el tiempo y toma, otra galleta! Y así sucesivamente.

     Y el desenlace de la dramática historia es que te acabas dando al alcohol o a otro tipo de drogas duras.

     No hay finales felices para los pobres, aceptadlo.

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