jueves, 10 de octubre de 2013

Desvariaciones #01

Seguía andando. Todavía no había parado desde el momento que supe que me perdí. Los árboles ya casi ocultaban el sol, debía de estar atardeciendo. ¾  ¡Bravo! Que deducción, valgo para detective. No sé por qué no me di la vuelta cuando me perdí del grupo. Debe de ser porque nadie me caía bien, eran todos críos de papá y algún listillo repelente de los que saben de todo, como la ecuación de la fisión del deuterio más el sumatorio de la energía. Sí, me lo he inventado, pero seguro que ellos sabrían contestarlo, o inventárselo, sin parpadear después de vomitar dicha “ecuación”.

Me paré y decidí volver por mis pasos. Ya no había casi luz, saqué el móvil y puse la linterna. ¾ Estoy casi sin batería ¡Mierda! No tendría que haber estado escuchando música pero no aguantaba a esas cabezas de chorlito hablando. Puse la luz lo más tenue posible y, apuntando al suelo, seguí caminando. Me sonaba alguna rama y piedra que iba encontrando por el mero hecho que me había tropezado con ella anteriormente. Sabía que iba en buena dirección.

Lo mejor de estar en el campo es que si tienes ganas de ir al baño no necesitas buscar mucho. Me adentré a un pequeño matorral ya que necesitaba mear urgentemente. También llamadas «necesidades fisiológicas».


Emprendí de nuevo la vuelta y mi móvil estaba a punto de morir. Cuando estaba a punto de caer ya en la desesperación por no encontrar el camino de vuelta escuché unos gritos al fondo. Era mi grupo, ¡mis chorlitos! Corrí en dirección de donde venían esos gritos y después de esa pequeña carrera encontré a los críos de papá y a los listillos, no creí que nunca me alegraría de volver a verlos. ¾ Pero me seguían cayendo mal, que quede claro.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Noches de agosto.

Cada noche al acostarme recuerdo esa noche contigo en tu cama. Esa noche calurosa de agosto en la que acabé abrazado a ti, daba igual el calor que hiciera, no lo notaba estando a  tu lado. Mi brazo se empezó a quedar dormido, intentaba mover los dedos para que así intentar que se despertara, pero no, tuve que cambiar la postura aunque no quería. Tú ya estabas dormido, así que muy lentamente, solté tu mano y, sin intentar moverte mucho, me di la vuelta no sin antes darte un beso en el hombro. Creía que estabas dormido, pero no, al instante de yo cambiarme tú te moviste también, rodeándome con tu brazo. Sentía tu respiración en mi cuello. Cogí tu mano y en ese momento caí dormido. Fue la mejor noche que he tenido hasta estos días, la recreo cada vez que necesito sentirme mejor.


No duele recordar, solo duele no tenerte.